30 diciembre 2005

Hasta luego


... me mudo de cama



(Foto: Cig Harvey)

29 diciembre 2005

I´m in love with this man










28 diciembre 2005

Hay que ser realmente idiota para...

Hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone. Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda, pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto. En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. Lo triste es que todo va malissimo cuando uno es idiota, por ejemplo en el teatro, yo voy al teatro con mi mujer y algún amigo, hay un espectáculo de mimos checos o de bailarines tailandeses y es seguro que apenas empiece la función voy a encontrar que todo es una maravilla. Me divierto o me conmuevo enormemente, los diálogos o los gestos o las danzas me llegan como visiones sobrenaturales, aplaudo hasta romperme las manos y a veces me lloran los ojos o me río hasta el borde del pis, y en todo caso me alegro de vivir y de haber tenido la suerte de ir esa noche al teatro o al cine o a una exposición de cuadros, a cualquier sitio donde gentes extraordinarias están haciendo o mostrando cosas que jamás se habían imaginado antes, inventando un lugar de revelación y de encuentro, algo que lava de los momentos en que no ocurre nada más que lo que ocurre todo el tiempo. Y así estoy deslumbrado y tan contento que cuando llega el intervalo me levanto entusiasmado y sigo aplaudiendo a los actores, y le digo a mi mujer que los mimos checos son una maravilla y que la escena en que el pescador echa el anzuelo y se ve avanzar un pez fosforecente a media altura es absolutamente inaudita. Mi mujer también se ha divertido y ha aplaudido, pero de pronto me doy cuenta (ese instante tiene algo de herida, de agujero ronco y húmedo) que su diversión y sus aplausos no han sido como los míos, y además casi siempre hay con nosotros algún amigo que también se ha divertido y ha aplaudido pero nunca como yo, y también me doy cuenta de que está diciendo con suma sensatez e inteligencia que el espectáculo es bonito y que los actores no son malos, pero que desde luego no hay gran originalidad en las ideas, sin contar que los colores de los trajes son mediocres y la puesta en escena bastante adocenada y cosas y cosas. Cuando mi mujer o mi amigo dicen eso --lo dicen amablemente, sin ninguna agresividad-- yo comprendo que soy idiota, pero lo malo es que uno se ha olvidado cada vez que lo maravilla algo que pasa, de modo que la caída repentina en la idiotez le llega como al corcho que se ha pasado años en el sótano acompañando al vino de la botella y de golpe plop y un tirón y no es mas que corcho. Me gustaría defender a los mimos checos o a los bailarines tailandeses, porque me han parecido admirables y he sido tan feliz con ellos que las palabras inteligentes y sensatas de mis amigos o de mi mujer me duelen como por debajo de las uñas, y eso que comprendo perfectamente cuánta razón tienen y cómo el espectáculo no ha de ser tan bueno como a mí me parecía (pero en realidad a mí no me parecía que fuese bueno ni malo ni nada, sencillamente estaba transportado por lo que ocurría como idiota que soy, y me bastaba para salirme y andar por ahí donde me gusta andar cada vez que puedo, y puedo tan poco). Y jamás se me ocurriría discutir con mi mujer o con mis amigos porque sé que tienen razón y que en realidad han hecho muy bien en no dejarse ganar por el entusiasmo, puesto que los placeres de la inteligencia y la sensibilidad deben nacer de un juicio ponderado y sobre todo de una actitud comparativa, basarse como dijo Epicteto en lo que ya se conoce para juzgar lo que se acaba de conocer, pues eso y no otra cosa es la cultura y la sofrosine. De ninguna manera pretendo discutir con ellos y a lo sumo me limito a alejarme unos metros para no escuchar el resto de las comparaciones y los juicios, mientras trato de retener todavía las últimas imágenes del pez fosforecente que flotaba en mitad del escenario, aunque ahora mi recuerdo se ve inevitablemente modificado por las críticas inteligentísimas que acabo de escuchar y no me queda más remedio que admitir la mediocridad de lo que he visto y que sólo me ha entusiasmado porque acepto cualquier cosa que tenga colores y formas un poco diferentes. Recaigo en la conciencia de que soy idiota, de que cualquier cosa basta para alegrarme de la cuadriculada vida, y entonces el recuerdo de lo que he amado y gozado esa noche se enturbia y se vuelve cómplice, la obra de otros idiotas que han estado pescando o bailando mal, con trajes y coreografías mediocres, y casi es un consuelo pero un consuelo siniestro el que seamos tantos los idiotas que esa noche se han dado cita en esa sala para bailar y pescar y aplaudir. Lo peor es que a los dos días abro el diario y leo la crítica del espectáculo, y la crítica coincide casi siempre y hasta con las mismas palabras con o que tan sensata e inteligentemente han visto y dicho mi mujer o mis amigos. Ahora estoy seguro de que no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido, por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne, y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia. Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o el olor de un vagón de tren cuando uno entra y se tiene un billete para un viaje de tantas horas y todo va a ir sucediendo prodigiosamente, el sándwich de jamón, los botones para encender o apagar la luz (una blanca y otra violeta), la ventilación regulable, todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más. Pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez (quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras) y que no es posible entusiasmarse así por una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué va a dejar para la noche en que den King Lear? A mí eso me sorprende un poco, porque en realidad el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota, se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y por eso aunque yo corra de un lado a otro del Bois de Boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta Fischer Dieskau. Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste, sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua. La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "L'année dernière à Marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.

Julio Cortázar

23 diciembre 2005

NECESARIAS


22 diciembre 2005

Waking up with The Animals


Inside looking out

Sittin' here lonely like a broken man
Sell my time and do the best I can
I won't boss this around me
I don't want your sympathy, yeah
Oh baby, oh baby, I just need your tender lovin'
To keep me sane in this burnin' oven
When my time is up, be my rainbow
Like Adam's work on God's green earth
My reefer, my reefer baby, ...me is my reefer, yeah
Yeah, yeah, yeah, yeah, baby baby baby c'mon c'mon c'mon, yeah

Ice cold waters runnin' through my brain
They drag me back to work again
Pains and blisters on my minds and my hands
from living daily with those canvas bags
thoughts of freedom their drivin' me wild
and I'll be happy like a new born child
We'll be together, girl, you wait and see
no more walls to keep your love from me

yeah, can't you feel my love
Baby, baby, need you, squeeze you,
noooo-body but, nobody but, you girl, I love you, I need you
all right, I said everything's gonna be all right
and if you don't believe what I say
Just listen baby and I'll tell you
Can't you feel my love
Can't you see my skill
Can't you yell my love
it's getting louder
It's getting louder
A little closer, yeah
I said baby, I need you, c'mon, squeeze, please
Lord, I love you, I need you, yeah
Yeah, right by my side
I need you here by my side
But I can't help it baby
But, I'll be home soon
I'll be home soon, yeah
All right, whoaaaa...

21 diciembre 2005

Primera crónica voyeur


Ella está gorda y es bajita. Espera a alguien en la parada del autobús. Lleva su correspondiente pañuelo palestino, sus correspondientes botas negras, sus correspondientes leotardos a rayas blancas y negras, su correspondiente bolso de esa niña satánica-trade mark, su correspondiente maquillaje siniestro, sus correspondientes piercings y su correspondiente `A´ tatuada en el cuello. De repente entra en escena un escuálido muchacho enlutado que aparenta su misma edad escondiendo algo a la espalda. Ella sonríe al chico de la cresta verdiazul cuando lo ve llegar y lo abraza mientras tintinean las cadenas que cada uno lleva colgadas por todo el cuerpo. Él le susurra algo al oído y descubre aquello que escondía: dos preciosas orquídeas blancas.

Mientras ellos se repasan las caries con un adorable descaro ante la mirada indigesta de los viandantes yo me siento un estereotipo humillado. Y por mí, que se humillen muchos más.

20 diciembre 2005

Top Ten



Como yo ya puse una foto de mis ojitos, bueno, de uno solo (jejeje) no me voy a lucir más. A cambio voy a hacer mi quinielita cinéfila por si a alguien le interesa. Las diez películas que me han trastocado, sacudido, deshecho y rehecho son (no necesariamente en este orden):

-El Apartamento
-Dersu Uzala
-Persona
-La naranja mecánica
-Léolo
-Vértigo
-Freaks
-Annie Hall/Manhattan (no me puedo decidir)
-In the mood for love
-El hombre elefante

Y como le pasa a todo el mundo podría seguir con Metrópolis, Tiempos modernos, Matar a un ruiseñor o Anatomía de un asesinato -que me eligieron un poco la profesión-, Fresas salvajes, Hiroshima mon amour, Perdición, Ikiru, Rashomon, 2001, El hombre que mató a Liberty Valance, Los siete samurai, El séptimo sello, Ordet, El gran dictador, El Padrino I y II, los cuatrocientos golpes, La ansiedad de Veronika Voss, Cuentos de Tokio, Sopa de ganso, Amanecer... uff. Mejor os paso mi nick en filmaffinity...

19 diciembre 2005

Mecanografía invisible



Los dos lo supieron con aquel último beso que no les dejó sabor a más en los labios. Se dieron cuenta cuando dejaron de adivinarse con los ojos compartiendo almohada. Por la mañana sólo quedaba una niebla espesa en la cocina que les impedía verse los ojos cerrados. Sonó el temporizador del microondas a la misma vez que la tristeza cortaba los hilos a las marionetas. Clic. Esta vez las agujas del reloj se pararon demasiado tarde en la hora del quizás. Recogieron las migas del desayuno y dejaron las palabras vacías con los platos sucios en el fregadero. Sabían que la última foto del álbum salió desenfocada porque se coló en ella el viento para revolverles el pelo y torcerles la sonrisa. Sabían que la última vez que hicieron el amor se tocaron sólo el cuerpo porque otra vez se había colado el viento caprichoso en la habitación para enfriarles las manos. Se miraron de espaldas el uno al otro. Él no dijo adiós cuando salió por la puerta. Ella agarró la maleta con más fuerza cuando lo hizo.


(Foto: Ruth Thorne Thomsen)

16 diciembre 2005

Lady Midnight



I came by myself to a very crowded place;
I was looking for someone who had lines in her face.
I found her there but she was past all concern;
I asked her to hold me, I said, "Lady, unfold me,"
but she scorned me and she told me
I was dead and I could never return.
Well, I argued all night like so many have before,
saying, "Whatever you give me, I seem to need so much more."
Then she pointed at me where I kneeled on her floor,
she said, "Don't try to use me or slyly refuse me,
just win me or lose me,
it is this that the darkness is for."

I cried, "Oh, Lady Midnight, I fear that you grow old,
the stars eat your body and the wind makes you cold."
"If we cry now," she said, "it will just be ignored."
So I walked through the morning, sweet early morning,
I could hear my lady calling,
"You've won me, you've won me, my lord,
you've won me, you've won me, my lord,
yes, you've won me, you've won me, my lord,
ah, you've won me, you've won me, my lord,
ah, you've won me, you've won me, my lord."

Leonard Cohen

Foto: Connie Imboden

15 diciembre 2005

Poema de amor en el espacio cibernético :)

Abrir o no abrir, that is the question.
Manual of Spanglish



En la soledad del Espacio Cibernético,
vagando por la Ruta de los Iconos,
encontré tu nombre y lo perdí.

Dispuesto a hallar tu rostro
en la Pantalla, navegué día y noche
por las Luces de Eudora.

Entre en Listas y Memorias,
anduve en las ciudades virtuales de América Futura
y recorrí Playas con nudistas holandesas.

Sexoservidoras sin volumen ni sombra,
paradas en la Carretera Cibernética,
me ofrecieron sus brazos infieles.

Los pájaros volaban inmóviles en la Página Actual,
los rayos de tus ojos me devolvían siempre al Comienzo,
los sacerdotes del siglo XXI alzaban el cáliz hacia Todo.


Ansioso de hallarte envié cartas electrónicas,
abrí Ventanas, tomé Atajos, exploré Formatos,
inserté Números, recorrí Bandejas y Basureros,

me metí en Programas, examiné Fotos,
Periódicos, Anuncios, Opciones; frecuenté los mares
del Spanglish, pero tu amor siempre se escapaba.

El deseo no satisfecho me dio insomnio y ansiedad,
y ganas frecuentes de asomarme a la ventana
de un edificio fantástico de cincuenta pisos.

En el laberinto de los ordenadores vi la Imagen Total de Dios,
oculto bajo Vocabularios, Informaciones, Descripciones,
Símbolos y Signos, y páginas de web.

Después de viajar sentado por la intensa nada,
creyéndote cerca, siempre lejana, cerré la puerta
a la vida que se abre y se cierra con un clic



Homero Aridjis

13 diciembre 2005

TRIMESTRE EN MARTES 13


No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino, naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tállame como un sílex, desespérame.

Julio Cortázar

(Foto: Imogen Cunningham)


12 diciembre 2005

Agradecimientos



A todos los que os habéis pasado por aquí demostrando tener más paciencia que el Santo Job y por supuesto a todos los que os habéis dejado usar el nombre por esta mente perversa, muchísimas gracias. Y especialmente a Telémako, por dejarme plagi... digo, inspirarme en él en momentos de sequía imaginativa. Un beso y un abrazo a todos.

Miss Kubelik

Lunes (II)

Durante el trayecto me había quedado dormida. Desperté sobresaltada con el ruido de una conversación. "Por fin despiertas", oí decir a una voz familiar. Inviting Eyes me miraba sonriente desde fuera mientras se acercaba a la ventanilla del coche. Junto a ella estaba Sinclair. "Menuda pesadilla, no te lo vas a creer..." pero no me dio tiempo a terminar la frase. Me di cuenta con un sólo vistazo a mi alrededor de que la pesadilla continuaba y era completamente real. Estábamos en un espacio sin paredes ni techo, completamente blanco. Sólo el coche y nosotros rompíamos aquella monotonía cromática. "Ven conmigo", dijo Inviting Eyes. Bastante aturdida y algo cegada por la intensidad del blanco, salí del coche con torpeza y llegué hasta ellos. Sinclair llevaba en la mano un pequeño aparato con una pantalla táctil. Acarició con la yema del dedo su superficie y después la golpeó suavemente en el centro. Inmediatamente aparecimos en el interior de un extraño edificio rectangular que parecía de metal y en el que se amontonaban cientos de personas murmurando y mirándose asustadas las unas a las otras. Las había de todas las edades y hablaban en distintos idiomas. Millones de cables de varios colores y de distintos tamaños y longitud atravesaban las planchas metálicas con las que estaba construido el edificio. Sobre nuestras cabezas se veían pisos irregulares hechos con unas placas verdes llenas de conexiones y circuitos eléctricos. Una de las paredes se abría al exterior a través de un enorme ventilador polvoriento. Por entre las aspas se colaba un brillo mortecino, única fuente de luz de la estancia junto a un indicador luminoso que parpadeaba en la pared de enfrente. Mientras nos abríamos paso entre la multitud noté que alguien ponía una mano en mi hombro al tiempo que me susurraba al oído: "Bienvenida a Psiquetipia". Me di la vuelta y allí estaba el Hombre_que. "Miss, te presento al jefe de la Resistencia: El hombre_que. Si no fuera por él ya habríamos desaparecido todos", dijo Inviting Eyes con una sombra de tristeza en el rostro. "Oh, creo que sobran las presentaciones, la señorita Kubelik y yo ya nos conocemos. Me alegro de verla aquí... sana y salva... ". "No entiendo nada... nada...", conseguí decir antes de caer abatida al suelo. El hombre_que se inclinó y se sentó a mi lado. "Señorita Kubelik, usted y yo somos. Y eso es lo que estamos tratando de defender aquí, nuestra existencia como seres independientes, al margen de quién nos creó libres. Psiquetipia es el nombre que usted le puso a su casa, ¿no es así?" -asentí con la cabeza todavía confundida- "Pues bien, sepa usted que sigue en ella. Digamos que este es... el sótano". En ese momento el Hombre_que se puso en pie con una sonrisa cálida y tranquilizadora. Sinclair se aproximaba a nosotros con gesto preocupado: "Aquí no estamos seguros. Que no nos hayan encontrado todavía no significa que no lo vayan a hacer y no deja de llegar más y más gente. Apenas quedan unas gigas en el disco duro y los puertos están saturados. ¿Qué hacemos?". El Hombre_que se volvió un segundo hacia mí antes de marcharse rascándose la barba con aire pensativo: "Le ruego que me disculpe, Miss Kubelik. Tengo trabajo. Sepa que me ha encantado volver a verla... aunque sea por última vez".

De repente algo sacudió el edificio. Se oían pasos estridentes al otro lado de las paredes metálicas. Noté que perdía la voz. Noté que mi cuerpo comenzaba a deshacerse en un lenguaje artificial. Miré las palmas de mis manos: en ellas correteaban ceros y unos como hormigas transparentes. Pero antes de que todo acabara me llegaron los últimos ecos de un idioma que no necesita símbolos, sólo memoria. Un fotograma. Una canción. Un relato de Jack London. Una margarita sin deshojar. Un cuadro de Hopper. Los músculos de Heman. Un poema. Un nunca que fue siempre. Un gato pelirrojo. Una espiral de notas. Un espejo. Una foto de Madoz. Un susurro. Un cambio apetecible. Un email de amor. Un planeta blanco. Un oasis de cine. Diez razones para querer. Un remedio para el aburrimiento.

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Domingo (IV) Lunes (I)

Mientras corría sin saber muy bien con qué rumbo me tropecé con dos hombres que parecían tan perdidos y confundidos como yo. Sobre la nariz del más alto descansaban una gafas redondas y metálicas. Lucía un elegante traje oscuro y un poblado bigote negro que parecía falso. El otro vestía de manera más sencilla pero tenía un aspecto más grave. Después del choque, ambos me miraron fijamente y comenzaron a gesticular; estaba claro que pretendían decirme algo pero yo no era capaz de entenderles. El que parecía más serio sacó entonces un papel arrugado de un bolsillo interior de la chaqueta y lo señaló con el dedo. Se trataba de un email. "A la atención del Sr. Firefly y el Sr. Levita. La resistencia ha fallado, apenas quedan sistemas en activo. Vuelvan a Psiquetipia urgentemente. IP: 00.000.000.001. Puerto 0000 ".

¿Pisiquetipia? Tenía que ser una coincidencia. No podía referirse a lo mismo. Y los nombres... me resultaban familiares pero no recordaba dónde los había oído o visto antes. El otro hombre sacó un disquette y me lo colocó en una mano. No comprendía absolutamente nada y lo único que sentía era miedo. Traté de hacerles hablar pero no contestaban, sólo negaban con la cabeza e insistían en que cogiera el papel y el disquette. Finalmente se dieron por vencidos. El del bigote sacó un puro e hizo el gesto de palparse el pecho en busca de un encendedor a lo que el otro respondió tendiéndole una caja de cerillas. Ambos me dieron la espalda lentamente y fueron a sentarse en el bordillo de la acera. Desde allí me dijeron adiós agitando la mano a la vez, como dos mimos cansados. En ese momento me di cuenta de que sus pies se volvían borrosos, como Sonnet en el escaparate de la tienda de discos segundos antes de desaparecer por completo.

Me quité las malditas zapatillas y corrí tan deprisa como pude en dirección contraria, pero esta vez sí sabía hacia dónde: primero tenía que llegar como fuera al aeropuerto y después buscaríamos a los otros. Agotada, me di cuenta de que corriendo no llegaría en toda la noche así que resolví robar un coche. Aunque no supiera ni conducir ni cómo hacer un puente, intentarlo era la única posibilidad que tenía de llegar a tiempo. Me paré frente al primer coche que vi y busqué sin éxito algo contundente que lanzar contra el cristal de la ventanilla. Cuando me disponía a lanzarme yo misma a falta de algo mejor oí un coche frenando y luego alguien dirigiéndose a mí. "¿Qué haces aquí, Miss? Tenemos que huir, no podemos dejar que nos borren, ¡ven!, ¡rápido!". Sinclair me miraba lleno de decisión con sus profundos ojos grises. Pero yo no podía irme sin tratar siquiera de saber qué había sido de él y de los demás. Sinclair pareció leerme el pensamiento. "Ellos ya están a salvo, no te preocupes, pero ahora es imprescindible que nosotros nos vayamos de aquí cuanto antes y... buscarte algo más adecuado", dijo ahogando una sonrisita. Me miré los pies descalzos y llenos de mugre y recordé que, además, seguía llevando aquel horrible pijama de hipopótamos. Como me quedé allí clavada, de nuevo sin saber qué hacer, Sinclair me condujo casi a rastras hasta un coche que había aparcado al otro lado de la calle. Dentro había más personas. Ningún rostro conocido. Arrancó el coche con violencia y nos alejamos a toda velocidad de la última esperanza que me quedaba de ver Rocky IV en casa de Ice aquella tarde de domingo.

************

- Txe, ¿has visto mis calcetines?
- No, ¿por qué?
- Por nada, curiosidad.
- Kahda, ¿la piña es un alucinógeno?
- No, ¿por qué?
- Porque te estás borrando
- ...
- Hey, Kahda, ¿qué pasa?, contesta... ¿Kahda?...
- ...
- ...

************

- ¡Señor Potaje!, ¿viene solo? ¿Dónde está Miss?
- Por lo visto se ha olvidado de usted, señor Telémako y como soy todo un caballero (y tengo hambre) he venido a avisarle para que vaya pensando en buscar un taxi (y algo de comida para gatos). Salió anoche con unos amigotes que vinieron a buscarla y esta mañana todavía no había vuelto.
-Pe... pe... pero, pero si quedamos en que vendría a recogerme al aeropuerto.
- Ya ve, tendrá cosas mejores que hacer...
- No le creo, pienso esperarla aquí.
- Como quiera.
- Ella no es de esa clase de personas. Si no hubiera podido venir me habría llamado o avisado de cualquier otro modo.
- Si usted lo dice...
- Claro que lo digo. Ella es tan dulce, tan agradable y cordial... Y su sonrisa, ¿ha visto usted qué sonrisa? Cuando ríe parece que los ángeles hacen sonar alegres campanillas desde sus nubes de algodón y que una música celestial asoma a sus delicados y sonrosados labios pidiendo ser besados...
- Por favor, se lo suplico, pare, estoy a punto de vomitar de la risa...
- Usted no puede entenderlo, es un animal básico y primario carente de toda sensibilidad estética... Bah, ¿quién me mandaría a mí hablar con un gato?
- ¿Y a mí me lo pregunta?

10 diciembre 2005

Domingo (III)

...Mientras tanto...

Ice colgó el teléfono. "Aniki, salgo un momento", dijo a una gata con antifaz mientras alcanzaba el abrigo del sofá. Sabía que el Coles y Kuroi estaban en casa de Harris ayudándole con la mudanza así que pasaría por allí de camino al videoclub para ver si se apuntaban al videofórum. Mientras bajaba las escaleras pensó en alquilar Rocky IV para tratar de hacerle ver a la Kubelik que Stallone tenía su morbillo, pero decidió ser buena y buscar algún otro clásico menos provocador. Cuando salió a la calle se sorprendió de verla vacía. Ni un sólo coche, ni una sola persona. "Habrá Barça-Madrid", pensó sin darle mayor importancia. Y continuó caminando hacia la casa de Harris.

Cuando llegó, la casa parecía estar también vacía. El coche de Harris estaba aparcado delante del garaje con la puerta trasera abierta. Todavía quedaban algunas cajas dentro. Ice cruzó el jardincillo y llamó al timbre. Nadie salió a abrir. Miró por el ventanal y llamó a Harris. Como tampoco obtuvo respuesta alguna decidió ir por la puerta de atrás. Oyó algo que parecía el ruido de un motor y luego la voz nerviosa del Coles. "Joder, joder, esto no puede ser verdad. ¿Tú también?. Jodeeeeer". Ice, asustada, entró en la casa de sopetón. "Vaya susto nos has dado. La próxima vez podrías llamar, guapa" dijo Kuroi. Ice rompió a reir. "Conque jugando al Mario Kart... Harris, así no vas a terminar la dichosa mudanza en la vida y Kuroi, el susto me lo habéis dado vosotros a mí. Claro que he llamado, pero nadie ha salido y luego he oído a hablar a éste como si Norman Bates os andara degollando". "Lo que pasa es que le hemos ganado ya cinco veces seguidas cada uno, jajajaja", dijo Kuroi. "Bueno, yo lo que quería era proponeros ver una peli en mi casa, me acompañáis al videoclub y la elegimos entre los cuatro. Miss también viene, así que nada de tributos ochenteros que ya sabéis cómo se pone", añadió Ice guiñándoles un ojo.

Mientras comentaban, ya en la calle, lo desierto que parecía todo, oyeron un frenazo a sus espaldas y vieron cómo un coche se estrellaba contra una farola. Un cuerpo inmóvil estaba tendido en el suelo. Los cuatro corrieron hacia el lugar del accidente con la intención de ayudar sin sospechar que el transeúnte atropellado era Raist y que los tripulantes del coche eran Mycroft, Dorian y Humilde.

"Bah, sólo ha sido un chichón" dijo Raist mientras Harris le ponía algo de hielo en la cabeza. "Sólo ha sido un chichón porque tienes la cabeza muy dura. Cualquier otro se habría quedado en el sitio. ¿Cómo se te ocurre ponerte delante del coche? Un poco más y en vez de rozarte te habríamos arrollado literalmente", le espetó Dorian. "Reconocí la matrícula, sabía que era el coche de Mycroft y no se me ocurrió otra forma de haceros parar". "Ah, ¿os conocíais?", intervino Humilde. Raist dedicó una mirada furtiva a Mycroft y luego miró hacia el suelo. "Sí. Coincidimos esta mañana en Psiquetipia". "Entonces tú también lo sabes", dijo Dorian. Guardó silencio un momento y después añadió: "También hemos perdido a Ashavari, no pudimos hacer nada, desapareció como los otros".

Ni Ice, Ni Kuroi, ni Harris ni el Coles comprendían el sentido de aquellas palabras; se miraron entre ellos y finalmente sólo ella se atrevió a preguntar: "Pero bueno, ¿qué pasa?". Dorian miró a los otros y se decidió a explicarlo todo desde el principio y con claridad: "Verás, todos y cada uno de los fundamentos del álgebra de Boole nos empujan a dos estados, el 1 y el 0, afirmación y negación. Cuando Boole escribió todas las propiedades que vió en las operaciónes de dos elementos no se imaginó que estaba dictándonos..." "Por favor Gray, no empieces- interrumpió Humilde- lo que ocurre es que toda la sucesión de sucesos sucedidos sucesivamente desde que te recuerdas a ti misma es una cadena escrita y almacenada con sólo dos letras. Y cualquier ente almacenado necesita un lugar donde existir, estar o permanecer y por tanto una sustentación, un impulso o una energía. La vida y la muerte son dos estados opuestos. Piensa en Protágoras. Es muy sencillo. Nos hallamos en un límite existencial donde se decide lo que es real y lo que no. Si y no, encendido y apagado, luz y oscuridad, corporeidad y espíritu, 1 y 0..." "No hay tiempo para esto, chicos" dijo Raist levantándose subrepticiamente. "Estoy de acuerdo" añadió Mycroft mientras sacaba un disquette del bolsillo trasero de su pantalón. "Rápido, ¿dónde está tu ordenador?". "A... a... ahí" balbuceó Harris señalando con el dedo hacia la sala de estar. "Muy bien, no hay tiempo que perder. Necesitaré vuestra IP como pasaporte", dijo Mycroft esbozando una sonrisa amarga.

(Continuará)

09 diciembre 2005

Domingo (II)

Apenas habíamos avanzado unas manzanas cuando Mycroft frenó en seco frente a la tienda de discos de Sonnet. Aferró con fuerza el volante y respiró profundamente antes de salir del coche. De no haber ido en pijama habría corrido tras él para pedirle de una vez por todas una explicación medianamente razonable pero opté por calmarme y comenzar el interrogatorio con los que aún quedaban en el interior del coche. "¿Se puede saber adónde vamos , de qué huimos o qué coño os habéis fumado sin mí?". Por más que los mirara buscando una respuesta todos permanecían en silencio. Por fin, y tras amenazar con salir del coche y volver a mi casa, Dorian se dio la vuelta: "Miss, lo que te voy a contar no es ninguna broma... alguien... alguien está... robando las palabras". Se detuvo un instante a observar mi reacción y luego continuó con un tono mucho más nervioso: "Primero fue Buttercup, Wanda, Isthar, Prich, Susej, Alzhu, Deckard... y ahora también Ashavari". Me giré hacia ella. Se tocaba los labios con los dedos mientras apoyaba la cabeza en la ventanilla con la mirada perdida. "¿Estás de guasa?" Le interrumpí. Dorian negó con la cabeza. "¿No puede hablar? Pues será un virus, o algo así. ¿Qué tiene eso que ver con raptarme en pijama?". "Dorian, tú siempre tan lírico -continuó Humilde- Miss esto es realmente serio. Hay algo o alguien que está dejando muda a la gente. Y lo peor es que después de perder el habla desaparecen". "Pero de qué estáis hablando? ¿Cómo puede estar sucediendo una cosa así y que nadie se haya enterado hasta hoy?. Estáis completamente chiflados" dije con una mueca de incomprensión.

Después de oír semejante cuentucho de ciencia ficción sólo tenía claro que necesitaba tomar aire fresco. Salí del coche malhumorada y di tres o cuatro vueltas alrededor intentando buscar una respuesta que no incluyera ninguna palabra malsonante. Al cabo de un rato me acerqué de nuevo al coche. "Si esto es una broma no tiene ninguna gra..." Mycroft salía de la tienda en ese momento con algo en la mano. Era un disquette. Detrás de él apareció una sombra oscura en el escaparate de la tienda. Apenas tardó unos instantes en disolverse pero yo sabía perfectamente quién era.

Sentí el impulso de correr. Daba igual adónde. Tenía que correr. Aquello no podía ser cierto. Se habían vuelto todos locos y yo empezaba a dudar de mi propia cordura. No había otra explicación posible. Una última mirada al coche que estaba en medio de la carretera, una última mirada a Mycroft y a los otros. Y empecé a correr tan deprisa como me permitían aquellas pantuflas con forma de conejo que nunca debí haber comprado.


(Continuará)

Domingo (I)

Las tardes de domingo son especiales. O no pasa absolutamente nada o pasa de todo en ellas. Y aquel domingo no iba a ser una excepción. Telémako no venía hasta el día siguiente y yo estaba agotada después de toda una noche de fiesta con Txe y Kahda. Habíamos ido juntos al concierto que Kahda daba con su grupo y luego a tomar algo. Después de que ambos se burlaran de mis zumitos de piña como único acicate nocturno durante un buen rato, hartos ya de bares, terminamos en mi casa a las tantas de la madrugada poniendo a parir esa maravillosa década que son los años ochenta. Al parecer somos una especie en extinción porque nadie más quiso unirse al homenaje...

Lo cierto es que me apetecía hacer algo tranquilo y en casa sólo tenía el mal humor vespertino del Sr. Potaje, así que decidí llamar a Ice para ir al cine. "Mmm, mejor vente a mi casa druga, alquilo algo en el videoclub, aviso a Harris, a Kuroi y al Coles y hacemos videofórum". "Está bien", contesté con cierta desgana y un suspiro de resignación. Normalmente me fío del buen gusto de Ice para elegir películas pero algo me decía que esta vez me esperaba Rocky IV en aquella casa.

Antes de vestirme para salir y aún en pijama, comencé a echarme en el bolso mi acostumbrado botiquín de invierno. Ocupada en tales menesteres, sonó el teléfono. Imaginé que podría ser el Coles para ver qué hacíamos esa tarde, pero no. Al otro lado del teléfono sonó la voz de Mycroft. Parecía impaciente, preocupado. Y antes de que pudiera contarle el plan en casa de Ice, ya me había colgado después de pedirme, muy serio, que no saliera de casa y que lo esperara allí. Extrañada, descolgué el auricular de nuevo para llamar a casa de Ice y decirle que llegaría más tarde pero esta vez nadie contestó. No quise darle más importancia y decidí esperar a Mycroft. De repente sonó el timbre de la puerta. Abrí y me encontré a Dorian, Humilde y Ashavari en el rellano mirándome como si fuera la única superviviente del planeta. "¿Qué os pasa? ¿Nunca habéis visto un pijama de hipopótamos?", pregunté con una sonrisa socarrona que nadie me devolvió. "No hay tiempo para explicaciones, vístete rápido", dijo Dorian. Cuando me volvía para entrar en casa apareció Mycroft por la escalera. Se observaron unos instantes entre ellos. No se conocían pero se miraban como si supieran algo que a mí se me escapaba. No hubo tiempo para presentaciones. Humilde preguntó a Mycroft si llevaba coche y éste asintió con la cabeza. Apenas un instante después me arrastraban a toda prisa escaleras abajo. Al salir a la calle me sorprendió que estuviera absolutamente vacía. Sólo silencio bajo un cielo gris y nublado. "Pero bueno, me queréis explicar qué pasa? ¿Cómo me sacáis a la calle en pijama? ¿Os habéis vuelto locos?". Ashavari me miró, parecía tan perpleja como yo pero también asustada. El resto parecían no oir siquiera mis protestas. Mycroft se sentó al volante y tras él, Dorian, de copiloto. Atrás nos sentamos Humilde, Ashavari y yo. Arrancó el coche con un chirrido y olor a neumático quemado. Era la primera vez que en la radio de Mycroft no sonaba "21st century schizoid man".

(Continuará)

08 diciembre 2005

Revisiones periódicas (III)


Remember



Remember when you were young
how the hero was never hung
always got away

Remember the man
used to leave you empty handed
Always , always let you down
If you ever change your mind
about leaving it all behind
Remember , Remember Today

Don't you worry
'Bout what you've done
Don't feel sorry
'bout the way it's gone

Remember
When you were small
How people seemed so tall
Always had their way
Remember your ma and pa
Just wishing for movie stardom
Always , Always playing a part
If you ever feel sad
And the whole world is driving you mad
Remember, Remember Today

(John Lennon)

07 diciembre 2005

Quiero ser una estrella del rocanrol



Pues sí, quiero ser una estrella del rocanrol y cargarme guitarras como Pete Towsend. Quiero ser una estrella del rocanrol para tener la voz de Janis y que me sienten tan bien los vaqueros como a Robert Plant en los setenta. Quiero tocar la guitarra con los dientes como Hendrix y quiero que Oliver Stone me haga una película (aunque sea una mierda). Quiero hacerme transfusiones de sangre con Jagger y Bowie y seguir teniendo un cuerpazo a los 58 como Iggy Pop. Quiero humo sobre el agua y robarle el novio a un Beatle. Quiero llevar las pintas de los Kiss y seguir saliendo en las listas de los mejores vestidos del año. Quiero dar un paseo por la cara salvaje y hablar por teléfono con Warhol. Quiero una semana astral con Van Morrison y una samba con Santana. Quiero saber adónde lleva esa autopista hacia el infierno y gritar aquello de God save the Queen sin parecer monárquica. Quiero ser más alta que Joey Ramone y quiero sombreros de rock sureño como los de Van Zant y los Allman Brothers. Quiero que digan que la heroína me cambió y morir a los 27. Quiero acostarme con mis grouppies en un jet privado y hacer un gran hermano con mi familia cuando la música ya no me sirva.

Fame is but a fruit tree
So very unsound.
It can never flourish
Till its stalk is in the ground.
So men of fame
Can never find a way
Till time has flown
Far from their dying day.
Forgotten while you're here
Remembered for a while
A much updated ruin
From a much outdated style.

"Fruit tree" by Nick Drake

Foto: contraportada de "Land" by Patti Smith

05 diciembre 2005

Soy un payaso y colecciono momentos



"Ich glaube, es gibt niemanden auf der Welt, der einen Clown versteht, nicht einmal ein Clown versteht den anderen, da ist immer Neid oder Mißgunst im Spiel".

Creo que no hay nadie en el mundo que pueda comprender a un payaso, ni tampoco un payaso comprende a los otros, pues hay siempre envidia o celos en juego.

Hans Schnier

"Ansichten eines Clowns " (Opiniones de un payaso)
Heinrich Böll

03 diciembre 2005

Día de playa





(Fotos: Henri Cartier Bresson)

02 diciembre 2005

Why I hate 80´s???


Porque en 1980 asesinan a Lennon, Bonham deja huérfanos a los Led Zeppelin y se suicida Ian Curtis. Y porque también se mueren en esa década ominosa Julio Cortázar, Cary Grant, Bette Davis y Orson Welles. Porque no me interesa la puñetera movida madrileña. Porque yo nací en el ochenta y dos y en ese mismo año sale el único disco que no me gusta de los Queen. Por el Equipo A, El coche fantástico, McGyver, Benny Hill y Verano azul. Por las lentejuelas, los cardados, las hombreras y los calcetines blancos. Porque Kasparov le gana a Karpov tres veces seguidas. Por Terminator, Arma letal y E.T. Porque a mí no me gusta ni Mecano ni Radio Futura ni Samantha Fox. Por las películas de Pajares y Esteso. Por esa maldita camiseta de Naranjito que llevé hasta los diez años. Por la Thatcher. Por Almodóvar y McNamara. Por los pantalones de cuero. Porque como dice Rory Gallagher, I was born on the wrong side of time.

(Nota: esta lista podría haber sido interminable, pero son las dos y tengo hambre)