05 marzo 2007

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Vuelvo, vuelvo a oler el calor de tus alturas y entonces este pájaro desciende ansioso aleteándome en el corazón y... vuelvo, vuelvo a tener tus mejillas amarillas esperando el aterrizaje de mis pies. Vuelvo y sin embargo eres tú quién entra en mí con el viento cálido, las prisas y sus risas metidas en maletas de bienvenida, los acentos de las calles que saben a oasis y a piel mestiza. Me abrazas a la vuelta como si nunca me hubiera ido, como si tus manos nunca hubieran dejado de tocarme. Y vuelves, vuelves trayendo azahar y canela en el apellido...

Dejo de respirar rutina, se me interrumpe la vida una semana porque quiero vender tiempo en forma de besos. Así amaso mi fortuna, la masco, la muerdo, la saboreo y... vuelvo. Me recoges del árbol ya madura, queriendo ser raíz, después de la tormenta, detrás del cristal, otra vez de vuelta, contigo.

Ana María Valero.
Foto: Nicholas Nixon