30 noviembre 2005

Revisiones periódicas (II)


A woman happily in love, she burns the souffle.
A woman unhappily in love, she forgets to turn on the oven.

(Baron St. Fontanel en Sabrina)

Chicos malos (Tercera y última parte)



El hombre que siempre quise ser se despega de mi piel y nace de mí como un ego esquizoide que se pasea por la habitación a grandes pasos. Me mira fijamente con aire de resignación para después romper en carcajadas. Me dice que no la quería, que no debe importarme. ¿Es cierto que no la quise?. Es cierto que quise quererla como se quiere en las películas, con música bonita de fondo y destellos en los ojos, pero ni su tristeza ni mi fracaso lo permitieron. Es cierto que la necesitaba para olvidar que necesito otras cosas. Es cierto que quise soñar para ella y disfrazar mi cobardía de amor imposible. Que lo llamen amor o neurosis es una contingencia; es algo que existe más allá de especulaciones nominales, algo que despierta lo más miserable de mi egoísmo y que se extiende como el paso lento de una babosa, dejando un pegajoso rastro de cansancio y tristeza en todo lo que toca. Fue anoche. Cuando la dejé en la cama de espaldas a mí, con la mirada perdida en la ventana. Su carta en mi bolsillo. Me dice que se ahogó en la tristeza, que hacía ya mucho tiempo que aquél era un naufragio anticipado. Las muñecas abiertas en dos besos de sangre. El hombre que siempre quise ser se acerca a la madre y le da su más sentido pésame, vuelve a su sitio y charla con otros parientes de la chica de pelo corto. Sí, era muy buena estudiante, es una lástima, los jóvenes de hoy en día lo tienen todo y sin embargo… Marie vuelve del baño y se sienta a mi lado de nuevo. Me coge la mano con fuerza y sigue mirando hacia delante. Oigo un sollozo ahogado, Marie está llorando, llora por la niña que se acostaba con su marido. Sé que llora por ella y no por nosotros. Nosotros ya estamos muertos desde hace mucho y las lágrimas no pudieron resucitarnos.

Isabelle dormida. Isabelle y sus muñecas cosidas, como si fuera el juguete de trapo que una niña descuidada ha estropeado. Ha sido mi lengua la que ha horadado su piel blanquísima hasta llegar a su corazón, un corazón encogido por esa tristeza que era más grande que ella misma. Fue mi boca la que arañó sus muñecas. Isabelle en el ataúd, pálida y serena, dormida al otro lado de este mundo que se dice el de los vivos, donde unos contienen sollozos culpables y otros tratan de forzarlos. A este lado del cristal estoy yo. Soy parte de este circo. Un circo de plañideras y de hombres ridículamente graves y consoladores. Pañuelos de papel, abrigos negros, gestos apesadumbrados, suspiros. Rostros absurdos que se pegan al cristal que te separa de nosotros como si fueras un animalito exótico encerrado en su jaula. Y tú sigues dormida, cerrando los ojos a tanta farsa estúpida.

Por fin sales de mi imaginación y vienes a sentarte a mi lado. Me regañas como aquella tarde de domingo en la que fui a ti sollozando como uno de estos fantoches sintiéndome desnudo, te dije; desnudo cuando las vestiduras son los hombres, me recordaste. Dile a Dios que baje a visitarnos, no cabe más podredumbre en esta raza de animales moribundos que creó. Isabelle se tumba en mi cama. La monografía en ella. La unidad de su cuerpo me asusta, sus piernas prolongadas en las sábanas blancas, la explanada de su vientre donde todo confluye: su ser y el mío, su sueño y mi angustia de íncubo arrepentido. Paseo mis ojos sobre las palabras escondidas en su pelo, su pelo que cruje en la almohada, su pelo que arriba a una cama de pensión como espuma oscura y quebradiza y no las entiendo, sólo siento que abrigan, que tiemblan.“¿Dios? Dios no sirve cuando ya no es posible sentir culpa”. Sonríe y su cuerpo se estira como una hoja de papel inmaculada. Me acerco al borde de la cama y ella toma la pluma de mi mano para escribir sobre su vientre: “Civitas dei”.

(Foto: Jerry Uelsmann)

28 noviembre 2005

A day in the life

Este artículo es espejo del que publica hoy el señor Dorian Gray. Ambos acordamos escribir un día normal en la vida del otro. Sin información previa. Son dos fantasías descabelladas de dos personajes desconocidos. Veamos en qué acaba todo esto...




7:02 "... Según las conclusiones presentadas ayer en la Cámara, la iniciativa del Gobierno de la Nación se verá comprometida a corto plazo por..." El señor Gray abre los ojos lentamente. Aguarda un par de minutos tumbado en la cama, bosteza, emite un gruñido mientras se despereza y enciende a tientas la lámpara de la mesita de noche. Junto a la cama permanecen, perfectamente alineadas, unas zapatillas de color azul marino, a juego con una bata a cuadros que cuelga de un solitario perchero al fondo de la habitación. El señor Gray se incorpora, retira el edredón y duda antes de calzarse las zapatillas. ¿Y si hoy fuera descalzo hasta el cuarto de baño? ¿Y si hoy se levantara por el lado izquierdo de la cama y no por el derecho? Mientras se frota los ojos toma dos pequeñas pero significativas decisiones: salir de la cama por el lado izquierdo y caminar descalzo hasta el cuarto de baño. Una vez allí, gesticula un rato frente al espejo y finalmente abre el grifo. Hoy será un día diferente. ".... Un sistema de financiación sostenible es imprescindible en el marco del nuevo Estatut. En palabras del portavoz del partido, la iniciativa catalana asegura un techo competencial que...". Decide también apagar la radio.

7:35 El señor Gray está de pie en la cocina con una taza de café entre las manos mirando con fijeza un maletín que hay sobre la mesa.

7:38 El señor Gray sale de casa sin coger las llaves del coche y sin el maletín.

8:05 El señor Gray está sentado en el banco de un parque preguntándose qué le ha llevado hasta allí. "Una decisión", murmura mirándose los brillantes zapatos negros. La gente pasa de largo sin reparar en él. Todos tienen prisa, cosas que hacer y ningún interrogante vital.

8:35 En el bolsillo interior del abrigo empieza a vibrar el teléfono móvil. El señor Gray lee el nombre de la empresa en la que trabaja en la pequeña pantalla. El señor Gray deja el teléfono sobre el banco, se pone en pie y comienza a caminar deprisa... más deprisa... más y más deprisa.

8:38 El señor Gray tropieza con una mujer a la entrada del parque; ella titubea un instante y finalmente pierde el equilibrio y cae al suelo. Lo mira con extrañeza desde allí abajo. Durante unos segundos ambos se sostienen la mirada. El señor Gray cree que es la mujer más guapa que ha visto en su vida. Es rubia, delgada, tiene los ojos muy claros y lleva el pelo recogido con un pasador de color azul a juego con el resto de su indumentaria... Ella, en cambio, cree que ese tipo que no deja de observarla, sin ni siquiera disculparse, debe de estar chiflado; así que recoge con presteza el bolso caído y sin decir ni una palabra se levanta, se sacude el polvo y se aleja volviendo la cabeza de vez en cuando hacia él. Cuando ya está a unos cuatro o cinco metros de distancia al señor Gray le parece oirla decir alguna que otra palabra malsonante. Lo que el cine hubiera convertido en el comienzo de una apasionada e idílica historia de amor, en realidad no es más que una embarazosa y estúpida anécdota que se repite a diario en cualquier rincón del mundo. El señor Gray siente que el último reducto de romanticismo que albergaba se le ha pegado en la suela de los zapatos y que lo va arrastrando mientras camina. Y que es mejor así.

8:50 El señor Gray explica a su jefe que esta mañana se encontraba un poco acatarrado pero que después de tomarse un antihistamínico empezó a encontrarse mejor y decidió venir al trabajo.

9:03 El señor Gray se sujeta la cabeza con las dos manos y mira distraído por la ventana de su despacho. Suspira y decide que cuando salga irá al parque por si acaso su móvil continuara en el banco.

15:06 El señor Gray, con las manos metidas en los bolsillos del abrigo, recuerda una canción de los Beatles y tararea el estribillo mientras baja en el ascensor. Deja de hacerlo cuando la puerta se abre en el tercer piso y entra una mujer morena, de unos 32 años, estatura media y ojos tristes. No es ninguna belleza sobrenatural pero tiene cierto atractivo. Lleva unos vaqueros desgastados, un jersey blanco de lana y un abrigo verde en el brazo. Huele a violetas. Ella lo mira de reojo con disimulo y él se da cuenta. Entonces se gira y con una sonrisa inesperadamente bonita le hace un comentario banal sobre el frío. El señor Gray contesta con un par de monosílabos. Sólo tiene ganas de volver a casa y no decidir absolutamente nada más en lo que queda de día.

15.08 El ascensor en el que va el señor Gray llega a la planta baja. Tras un gesto convencional de despedida, ella menciona de repente una canción de los Beatles (la misma que él tarareaba apenas unos segundos antes). Se excusa diciendo que no conseguía recordar el título y que le había venido a la mente a propósito de un compañero de trabajo con cierto parecido a Ringo Starr. Al señor Gray le cuesta resistirse a sonreír. Decide, aun en contra de su anterior decisión, preguntarle si lleva coche. "Sí, sí... ¿Quieres que te acerque a algún sitio?" pregunta solícita. "Me harías un gran favor si vas en la misma dirección; tengo el coche en el taller y hoy he tenido que venir andando", añade con cierto sonrojo por la mentira.

15: 33 El señor Gray tiene una invitada en el salón y el frigorífico vacío. Ayer no tuvo tiempo de hacer la compra. Asoma la cabeza por la puerta y le propone ir a comer fuera. La invitada se levanta y se mete en la cocina, le saca el delantal del cuello y se lo pone ella. "Seguro que algo podemos hacer". El señor Gray no sabe si insistir en salir o disfrutar del pequeño atrevimiento/reto de ella. Opta por lo segundo.

18:43 El señor Gray apura un cigarrillo para alcanzarle el abrigo mientras ella se cuelga el bolso del hombro. Intenta buscar una fórmula de despedida que no sea ni demasiado comprometedora ni demasiado falta de interés. "Bueno, ya nos veremos". No ha encontrado nada mejor que decir. "Tercer piso. Recursos humanos", contesta ella sonriente desde el rellano levantando un poco la barbilla.

18:45 El señor Gray enciende el ordenador. Le llegan unos cuantos emails de los comentarios que la gente deja en su blog. Contesta algunos. Dedica un tiempo a leer lo que otros, conocidos y desconocidos, escriben sobre sus vidas, sus sueños, sus preocupaciones, sus gustos y disgustos... Se recuesta un poco en el sillón con aire reflexivo. Un instante después, decide escribir algo sobre este día que tenía que ser diferente.

19:23 El señor Gray dirige el cursor del ratón al cuadradito naranja donde pone "Publicar entrada" y pulsa con el dedo índice.

(Foto: Jerry Uelsmann The Philosopher´s Desk)

27 noviembre 2005

Anoche


(Foto: Irving Penn)

26 noviembre 2005

Revisiones periódicas (I)

Why is life worth living? It's a very good question. Um...Well, There are certain things I guess that make it worthwhile. uh...Like what... okay...um...For me, uh... ooh... I would say ... what, Groucho Marx, to name one thing... uh...um... and Wilie Mays... and um ... the 2nd movement of the Jupiter Symphony ... and um... Louis Armstrong, recording of Potato Head Blues ... um ... Swedish movies, naturally ... Sentimental Education by Flaubert ... uh... Marlon Brando, Frank Sinatra ... um ... those incredible Apples and Pears by Cezanne... uh...the crabs at Sam Wo's... uh... Tracy's face ...

(Isaac Davis en Manhattan)

Um... bueno... sí, creo que hay algunas cosas, como por ejemplo... las tostadas con queso azul... Miles Davis y Charlie Parker... mirar por el objetivo de una réflex... los desayunos de besos y chocolate... el olor a mandarina... un secreto manuscrito en las páginas de un libro... Groucho Marx... su respiración en mi nuca... Janis y Robert... los libros que todavía no he leído... el cielo de madrugada... Pessoa y Álvaro de Campos... las palomitas con azúcar... la cima de una montaña... el jersey de lana que me hizo la abuela... el "abrazo" de Schiele... mi amigo Migue... la voz de Billie Holiday... las flores de los cactus... escribir cartas sin remite y sin destino... pisar las hojas secas... ponerme sus camisetas... Man Ray... la literatura alemana... los besos con ruido... las películas de Wilder... las de Kurosawa... las de Kubrick... las de Woody Allen...

(Miss Kubelik en Psiquetipia)

24 noviembre 2005

¿Cuál es el tuyo?


MI MONSTRUO FAVORITO

¿Qué va a pasar cuando mi novia sepa
que no puedo vivir sin tus pseudópodos,
sin tu horrible humedad en mis bolsillo.
Qué va a pasar cuando descubra un día
las huellas de tu baba entre mis dedos,
y empiece a hacer preguntas, y la rabia
y los celos se agolpen en sus ojos,
y yo confiese al fin que la he engañado
contigo, y que no puede comparársete,
y le enseñe orgulloso el agua sucia
donde se reproducen nuestros hijos.
Qué va a pasar cuando no entienda nada
y nos denuncie a Sanidad.

Luis Alberto de Cuenca

23 noviembre 2005

In my life

Cuando la señorita Kubelik se acercó a mí esta tarde y me rascó el cogote empecé a pensar que no sería gratis. Y efectivamente no lo era, me pidió que escribiera algo sobre mí. La chica no es muy espabilada, pero consiguió darse cuenta ella solita de lo absurdo de su petición; así que me limité a menear la cabeza con resignación y a sentarme de un salto sobre la mesa del ordenador. Desde allí le he dictado estas palabras y las que siguen. No puedo asegurar que sean ciertas. Tampoco que no lo sean. Puede que sea mala memoria o pocas ganas de recordar. En cualquier caso, imagínenme con un sombrero de ala ancha, fumando un Maria Mancini y susurrando en la penumbra la historia de mi vida...

Me llamo Potaje. Y como decía una tal Clementine en una tal película, no admito bromas con mi nombre. A mí me gusta y con eso basta. Doy por supuesto que nací un mes de agosto. Nadie a ciencia cierta sabe exactamente cuándo y dónde, y menos yo, que por aquel entonces me desplazaba arrastrando el culo por el suelo y no podía ni abrir los ojos a causa de una infección ocular. Confesaré que además tenía pulgas. Bueno, ¿y qué? seguro que la pediculosis no fue algo ajeno a sus respectivas infancias... Pero sigamos. Siempre quise pensar que lo mío con la señorita Kubelik fue un flechazo. Pero ella dice que no cree en esas cosas. A veces llega a ser exasperante negando las evidencias, pero, así y todo, le tengo cierto aprecio a la chica. Y de veras valoro que por una vez en su vida superara todas sus hipocondriacas normas sobre higiene y salubridad y me tomara en sus brazos aquella tarde de agosto. Desde luego no saciaba mi Edipo una madre novata que me daba baños con champú antipulgas semanalmente y que aún hoy continúa, aunque ya no con la misma frecuencia e insistencia, dudando de mi aseo personal. Pero eso sí, en su casa conocí los placeres infinitos que un buen bocado puede procurar: leche, jamón de york, moscas, bacalao cocido, pajarillos incautos, mariquitas, helechos... En fin, que como bastante mejor que ella, empeñada como está en cultivar lechugas en su estómago... Ejem, como mi escriba comienza a mirarme mal me centraré de nuevo en mi historia. Decía que para mí sí fue un flechazo; no es que yo sea uno de esos tipos románticos pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Me enamoré de inmediato del calor confortable de sus muslos, de su voz anunciando que la comida ya está hecha, de sus dedos acariciándome las orejas. Y sé bien que ella ya no puede ver películas sin invitarme al sofá (aunque se queje luego de los pelos) ni salir a la terraza sin llamarme a mirar con ella el cielo (aunque luego estropee el momento llamándome obeso y diciéndome que me vendría bien hacer deporte). Sea como fuere, aquí estamos ella y yo después de tanto tiempo. ¿Puede ser amor? Puede ser...

"Muñeca, acaba ya este melancholic blues", me dice guiñándome un ojo. Y yo sonrío tomándolo en brazos, es la hora de la siesta.






Para saciar la curiosidad de Ed Harris ;)

21 noviembre 2005

Desde entonces...




Te encontré un lluvioso día de otoño trayendo la primavera a mi ventana. Dejabas tu nido en la arena para viajar con la maleta vacía a una ciudad que sólo existía de noche. Y yo te conocí durmiendo despierta, con las manos en el corazón y las dudas en los bolsillos.

Uno o mil besos más tarde, me regalabas alas para volar a tu sueño cuando amenazase el insomnio. Yo sólo pude regalarte páginas en blanco para que me escribieras de nuevo.

Uno o mil cuentos más tarde, me esperabas de pie en el acantilado de un mapa arrugado. Y quiso entonces la vida tentarme la sonrisa con cien horas cogida de tu mano.



Desde entonces me duele la cama si no estás.
Desde entonces siempre pierdo a las damas.
Desde entonces nos esperamos de mar a mar.



(Fotos: Sascha Hüttenhain & Arthur Tress)

20 noviembre 2005

Chicos malos (Segunda parte)



Ante todo ha de saber que siempre he tenido éxito con las mujeres, sin grandes esfuerzos. No digo tener éxito en hacerlas felices, ni siquiera en llegar a ser feliz con ellas. No, simplemente tener éxito. Lograba mis fines más o menos cuando me lo proponía. Al parecer yo tenía encanto, ¡imagínese usted! Ya sabe lo que es el encanto: una forma de oír una respuesta afirmativa sin haber dirigido una pregunta precisa (…) Como reza el término consagrado, las amaba, lo que viene a querer decir que nunca amé a ninguna. La misoginia siempre me ha parecido vulgar y necia, y casi todas las mujeres que he conocido he estimado que eran mejores que yo. Sin embargo, colocándolas tan alto, las he utilizado más que las he servido. ¿Quién lo entiende? Por supuesto el verdadero amor es excepcional, hay dos o tres por siglo aproximadamente. El resto del tiempo hay vanidad o aburrimiento (…) Al final es falso que yo no haya amado nunca. En mi vida he experimentado al menos un gran amor, y su objeto siempre he sido yo (…) Pero hablando únicamente de mi sensualidad, era tan real en todos los casos que incluso hubiera renegado de mi padre y de mi madre por una aventura de diez minutos, aunque hubiera de lamentarlo amargamente. ¡Qué digo! Sobre todo por una aventura de diez minutos, y más aún si existiera la certeza de que no tendría futuro. Por supuesto, yo tenía principios, por ejemplo que la mujer de los amigos era sagrada. Con toda sinceridad, algunos días antes dejaba, simplemente, de tener amistad con los amigos. ¿Debería llamar a eso sensualidad? La sensualidad no es repugnante. Seamos indulgentes y llamémoslo enfermedad, una especie de incapacidad congénita para ver en el amor otra cosa que algo que se hace (…) A fuerza de no ser romántico, suministraba un sólido alimento a lo novelesco. En efecto, nuestras amigas comparten con Bonaparte la idea de que siempre piensan que triunfarán donde todos los demás han fracasado (…) Sabía que a ellas les gustaba que no se fuera demasiado directamente al asunto. En primer lugar había que dar conversación, ternura, como ellas dicen. Siendo abogado no me faltaban discursos, ni me faltaban atenciones, porque en mi regimiento fui aprendiz de actor. A menudo cambiaba de papel, pero siempre se trataba de la misma obra. Por ejemplo, el número del atractivo incomprensible, del “no sé qué”, del “no hay motivos, no deseaba verme atraído, estaba cansado del amor y sin embargo, etc”, siempre era eficaz a pesar de ser uno de los más viejos del repertorio. Estaba también el de la felicidad misteriosa que ninguna otra mujer le ha dado jamás, que quizá no tiene porvenir, que incluso seguramente no lo tiene (nunca se toman las suficientes precauciones), pero que precisamente por ello es irreemplazable (…) A veces llegaba incluso a hacerlas jurar que no se entregarían a ningún otro hombre, para apaciguar de una vez por todas mi inquietud a ese respecto (…) Desde el momento en que no pertenecían a nadie, podía entonces decidirme a romper, lo que de otro modo me era casi imposible (…) Unos gritan: “¡Ámame!” Otros: “¡No me ames!” Pero cierta raza, la peor y la más desdichada, grita: “¡No me quieras y séme fiel!”

Texto: Albert Camus "La caída"
Foto: Jerry Uelsmann

18 noviembre 2005

Tres por dos en la parada del autobús


"Ahí viene. Otra vez llega tarde. Ni me ha visto todavía. Es más despistado... ¿Cómo puede llevar el abrigo mal abrochado y no darse ni cuenta?. Dios, el grano, tenía que salirme justo esta mañana, justo en toda la frente. Me encantan esos pantalones, es una pena que desde que nos conocimos no se los haya vuelto a poner. Al cine... no, no, a ver si le digo de ir a la conferencia del Almudí. Y después a mi casa a ver una peli tranquilamente, que ya empieza a hacer frío. ¡Se ha parado! madre mía, como no le dé una colleja ni se entera de que estoy aquí. Anda, bésame tonto..."

"Seguro que ella ya ha llegado. Siempre está quince minutos antes y claro, si yo aparezco cinco minutos tarde es como si la hubiera hecho esperar veinte. Ah, pues no está. ¿Le habrá pasado algo? Uf, ¿para qué me habré puesto estos pantalones? con lo que aprietan... y ni se acordará del detalle, son los mismos que llevaba cuando la conocí y entonces me dijo que me quedaban bien. Un año hace ya de eso... Dios, qué pánfilo soy, sonriendo solo en una parada de autobús. Hey, está ahí. Qué guapa está siempre... viene riendo, algo trama, seguro que me quiere llevar otra vez al cine. En fin, ya me contarán qué tal la conferencia del Almudí..."

***************************************

"¿Me está mirando a mí?. No, no creo. Anda, lleva una funda de guitarra a la espalda. Pelo rizado color zanahoria. Siempre me han gustado los pelirrojos. Libros en la mano, seguro que es más joven que yo, parecen de texto. Se acerca y pasa de largo. Normal, ¿qué esperabas?, ¿que se plantara delante de ti y te pidiera en matrimonio?. Espera, me ha sonreído. No me lo puedo creer. Con los pelos que llevo.... No, no te vayas, vuelve... ¿y si lo alcanzo y le pregunto inocentemente si nos conocemos de algo? Pensaría que soy una psicópáta. Otro que se va, como tantos. Qué asco de cigarros. Tengo que dejar de fumar"


"Vaya, me ha pillado mirándola. Qué ojazos, qué mirada tan triste ... y tan bonita. Las cinco menos cuarto. Llego tarde a las clases, y es el primer día. Tiene pinta de estar esperando a su novio, o a su marido quién sabe, parece inquieta. Qué suerte tienen algunos, a mí no me esperan mujeres bonitas en ninguna parte de esta maldita ciudad, sólo un montón de adolescentes descontrolados en un colegio de curas. Pero es lo que hay. Ya está, con toda probabilidad es la última vez que la veo; sonríe por lo menos, idiota. ¿Y si me vuelvo? ¿Y si le digo algo?. Mierda, las clases.... Bah, ya está mirando para otro lado"

***************************************

"Odio tener que elegir asiento cuando están todos "medio ocupados". A ver.... anciana con cara de malas pulgas, no... adolescente con camiseta satánica, no... monja que me mira como si yo fuera satánica, no... chico con gafas y pelo largo leyendo un libro.... sí, éste está bien. ¿Quitará la mochila o se lo tendré que pedir? Sí, la ha quitado. Eso es que no le molesta que me siente, o tal vez sólo está siendo educado. No me lo puedo creer, ¡está leyendo "Opiniones de un payaso"! A lo mejor el hombre de mi vida está sentado a mi lado y yo ni siquiera me voy a atrever a mirarle de reojo, voy a continuar con los auriculares puestos, pensando tonterías como ésta, me voy a bajar en mi parada y... ahí está. En fin, yo me bajo aquí..."

"Flequillo despeinado, medias de colores, un abrigo de pana y una chapa que reza "I hate 80´s". ¿por qué cojones no me atrevo a levantar siquiera los ojos?. Es preciosa. Dios, viene para acá. Voy a quitar la mochila, con un poco de suerte ve el gesto y se sienta aquí al lado. ¿A qué huele? ¿Fruta? ¿Flores? No sé lo que es pero huele jodidamente bien. Lleva la música muy alta, coño, pero si... ¡si son los Led Zeppelin!. Espera, no... sí, ¡sí!, ¡es el "Communication breakdown"! Parece salida de una de mis carpetas. Y si no está en ellas, la dibujaré está tarde. Puede que incluso la meta en alguna historieta... Eso, pardillo, qué buena idea, seguro que en un puto cómic si te atreves a hablarle. Ahora ya es tarde. Se ha ido..."

(Foto: A Bus stop in the new part of town, Wim Van Gelderen)

16 noviembre 2005

Chicos malos



Ella era una mujer de tacón y asfalto. Coloreaba su vida con un carmín desgastado, respiraba mejor con el humo sucio de las avenidas, no conseguía dormir sin las sirenas de madrugada, amaba el tacto rugoso de la ciudad, su prisa, su ceguera. Y siempre le gustaron los chicos malos. Esos que te aprietan el corazón mirándote el escote, esos que sólo besan después de hacerte llorar, esos que sentados al borde de la cama te ordenan con una sola mirada que te desnudes, esos que tienen el amanecer como toque de queda, esos que sólo sonríen justo antes de desaparecer tras la puerta, esos que te susurran al oído que no van a volver, esos que tienen huellas dulces en la boca, esos que nunca dicen te quiero, esos que nunca lo quieren escuchar. Sin embargo, si hubo alguna vez en la que se acostara con un chico malo, al día siguiente siempre se había despertado con un hombre bueno enredado entre sus sábanas. Ni rastro de bofetones a lo Gilda, hoteles clandestinos, despedidas con niebla en el aeropuerto, tangos en París o uñas arañándole la espalda y el deseo. Y a ella, que siempre le gustaron los chicos malos, se le dibujaban cada tarde otros labios frente al espejo. Entonces se desnudaba, se metía en la bañera a esperar que el agua le cubriera hasta la barbilla y fumaba un cigarrillo a escondidas, mientras olvidaba que tenía que preparar la cena antes de que él volviera del colegio con los niños.

(Foto: R. Doisneau Avec Maurice Baquet)

14 noviembre 2005

Music for blind lovers...


It’s getting near dawn,
When lights close their tired eyes.
I’ll soon be with you my love,
To give you my dawn surprise.
I’ll be with you darling soon,
I’ll be with you when the stars start falling.

I’ve been waiting so long
To be where I’m going
In the sunshine of your love.

I’m with you my love,
The light’s shining through on you.
Yes, I’m with you my love,
It’s the morning and just we two.
I’ll stay with you darling now,
I’ll stay with you till my seas are dried up.

I’ve been waiting so long
I’ve been waiting so long
I’ve been waiting so long
To be where I’m going
In the sunshine of your love

(CREAM: Sunshine of your love)

(Foto: René Magritte Amants)

... Just wait for me

08 noviembre 2005





Me dijo bajito: "Amor mío, mírame en los ojos.
"Le reñí, agria, y le dije: "Vete." Pero no se fue.
Se vino a mí y me cogía las manos... Yo le dije: "Déjame."
Pero no se fue.

Rabindranath Tagore

03 noviembre 2005

¿Por qué?

A la hora de comer siempre la misma pregunta: "¿por qué?". Y yo siempre trato de esquivarla, por pereza supongo, con un "¿y por qué no?". No soy una vegetariana estricta, consumo huevos y lácteos (y sí, sé de lo doloroso de los procedimientos de extracción de leche y las bombillas de las pobres gallinas) y carezco de cualquier afán proselitista, no lo tengo ni con el vegetarianismo ni con nada de aquello en lo que creo, sencillamente porque una de mis premisas vitales es la de allá cada cual con su conciencia. La "concienciación" siempre anda muy cerca de lo propagandístico y los lavados de cerebro. Así que dejo claro que soy una vegetariana "atípica" porque lo soy por pura coherencia y sin ningún afán de ganar adeptos. No obstante cada vez que rechazo comer carne o pescado en presencia de omnívoros me veo obligada a excusarme como si con ese rechazo los estuviera ofendiendo, como si algo que yo he elegido libremente y que no trato de imponer a nadie fuera un insulto personal. Por todo ello se me ha ocurrido este post, quizá el único que verdaderamente dice algo de mí en "primera persona".

¿Por qué no eres vegetariana estricta?

Porque sopesando el valor "salud" con los demás valores que entraña para mí esta opción, me quedo con este primero. Es decir, jamás entenderé a un vegetariano que lo es a costa de su salud y científicamente una dieta vegetariana estricta no asegura una alimentación completa, como sí lo asegura una ovolactovegetariana y sin que medie la muerte de ningún animal. Así que me parece positivo que se potencie una alimentación principalmente vegetariana libremente elegida conociendo las razones que lo aconsejan.

¿Y cuáles son esas razones?

Mi razón primordial es la responsabilidad que creo que tengo para con el mundo en el que vivo. De ésa se derivan todas las demás.

La salud. Todo el mundo ha oído hablar del colesterol, de la arterioesclerosis, de la obesidad... enfermedades que vienen íntimamente ligadas a una alimentación que venimos importando basada en el consumo excesivo de carne en detrimento de frutas, verduras y cereales. Pues bien, en España se supera ya en un 30% el consumo cárnico recomendado por la OMS y tan absurdo como cierto es que la gente sigue prefiriendo comprar productos light a subir por las escaleras en lugar de coger el ascensor o cambiar su dieta por una más saludable. Por otro lado no me preocupan las dichosas proteínas. Las de origen animal que ingiero con los lácteos y huevos y las de origen vegetal de la soja, los frutos secos, etc. me permiten estar tan sanota como estoy. Además los animales no se crían de forma natural sino con piensos artificiales y hormonas de engorde que van directamente a las arterias del que los consume.

La contaminación. La deforestación del Amazonas se debe en gran parte al pastoreo de ganado vacuno. Producir un sólo kilo de carne precisa 1000 litros de agua, 100 de pasto a lo que hay que añadir el mayor uso de abonos, insecticidas, hidrocarburos... Países como Guatemala exportan ingentes cantidades de carne a EEUU mientras la desnutrición se ceba con sus nacionales. Los vegetales necesarios para que una sola persona coma carne de vaca son los mismos que mantendrían a 16 personas que comieran directamente esos vegetales.

Casi 500 millones de personas que sufren hambre crónica son otra razón poderosa. Mientras en nuestro cómodo y placentero "primer mundo" se come en exceso en otros rincones del mundo menos afotunados la gente se muere de hambre. El despilfarro que supone la producción de carne en relación con la producción de vegetales es moralmente cuestionable. Está treinta veces mejor alimentada una vaca suiza que un niño de Sudán. La explotación de los recursos naturales es insostenible y desigual.

¿Y no es porque te dan penita los animales?

Pues ésa que todo el mundo cree la única razón de ser del vegetarianismo es la última a la que me voy a referir. El hacinamiento, el engorde artificial, la castración, la separación de las crías, la marca, el trauma del transporte, la medicación y tratamientos hormonales, los desangramientos, las descargas eléctricas... son una serie de cosas que me hacen reflexionar. Cuando le preguntas a alguien que por qué come carne te suele contestar que porque le gusta el sabor, algo que a mí me parece secundario con respecto al sufrimiento y padecimiento de un animal durante toda su vida, desde que nace hasta que nos lo sirven en forma de hamburguesa. ¿Que la vaca te comería a ti si pudiera? .¿Y en qué lugar nos deja regirnos por los códigos morales y éticos de los animales? Minimizar o evitar ese maltrato a mí me parece, en toda la extensión de la palabra, HUMANO.

NOTA: Airados ataques contra la autora de este texto que soy yo misma y réplicas omnívoras serán bienvenidas, pero por favor, que nadie olvide que esto no es un ataque contra nadie, sino la expresión de una opinión y elección personal. Gracias :)