30 noviembre 2005

Chicos malos (Tercera y última parte)



El hombre que siempre quise ser se despega de mi piel y nace de mí como un ego esquizoide que se pasea por la habitación a grandes pasos. Me mira fijamente con aire de resignación para después romper en carcajadas. Me dice que no la quería, que no debe importarme. ¿Es cierto que no la quise?. Es cierto que quise quererla como se quiere en las películas, con música bonita de fondo y destellos en los ojos, pero ni su tristeza ni mi fracaso lo permitieron. Es cierto que la necesitaba para olvidar que necesito otras cosas. Es cierto que quise soñar para ella y disfrazar mi cobardía de amor imposible. Que lo llamen amor o neurosis es una contingencia; es algo que existe más allá de especulaciones nominales, algo que despierta lo más miserable de mi egoísmo y que se extiende como el paso lento de una babosa, dejando un pegajoso rastro de cansancio y tristeza en todo lo que toca. Fue anoche. Cuando la dejé en la cama de espaldas a mí, con la mirada perdida en la ventana. Su carta en mi bolsillo. Me dice que se ahogó en la tristeza, que hacía ya mucho tiempo que aquél era un naufragio anticipado. Las muñecas abiertas en dos besos de sangre. El hombre que siempre quise ser se acerca a la madre y le da su más sentido pésame, vuelve a su sitio y charla con otros parientes de la chica de pelo corto. Sí, era muy buena estudiante, es una lástima, los jóvenes de hoy en día lo tienen todo y sin embargo… Marie vuelve del baño y se sienta a mi lado de nuevo. Me coge la mano con fuerza y sigue mirando hacia delante. Oigo un sollozo ahogado, Marie está llorando, llora por la niña que se acostaba con su marido. Sé que llora por ella y no por nosotros. Nosotros ya estamos muertos desde hace mucho y las lágrimas no pudieron resucitarnos.

Isabelle dormida. Isabelle y sus muñecas cosidas, como si fuera el juguete de trapo que una niña descuidada ha estropeado. Ha sido mi lengua la que ha horadado su piel blanquísima hasta llegar a su corazón, un corazón encogido por esa tristeza que era más grande que ella misma. Fue mi boca la que arañó sus muñecas. Isabelle en el ataúd, pálida y serena, dormida al otro lado de este mundo que se dice el de los vivos, donde unos contienen sollozos culpables y otros tratan de forzarlos. A este lado del cristal estoy yo. Soy parte de este circo. Un circo de plañideras y de hombres ridículamente graves y consoladores. Pañuelos de papel, abrigos negros, gestos apesadumbrados, suspiros. Rostros absurdos que se pegan al cristal que te separa de nosotros como si fueras un animalito exótico encerrado en su jaula. Y tú sigues dormida, cerrando los ojos a tanta farsa estúpida.

Por fin sales de mi imaginación y vienes a sentarte a mi lado. Me regañas como aquella tarde de domingo en la que fui a ti sollozando como uno de estos fantoches sintiéndome desnudo, te dije; desnudo cuando las vestiduras son los hombres, me recordaste. Dile a Dios que baje a visitarnos, no cabe más podredumbre en esta raza de animales moribundos que creó. Isabelle se tumba en mi cama. La monografía en ella. La unidad de su cuerpo me asusta, sus piernas prolongadas en las sábanas blancas, la explanada de su vientre donde todo confluye: su ser y el mío, su sueño y mi angustia de íncubo arrepentido. Paseo mis ojos sobre las palabras escondidas en su pelo, su pelo que cruje en la almohada, su pelo que arriba a una cama de pensión como espuma oscura y quebradiza y no las entiendo, sólo siento que abrigan, que tiemblan.“¿Dios? Dios no sirve cuando ya no es posible sentir culpa”. Sonríe y su cuerpo se estira como una hoja de papel inmaculada. Me acerco al borde de la cama y ella toma la pluma de mi mano para escribir sobre su vientre: “Civitas dei”.

(Foto: Jerry Uelsmann)

9 Comentarios:

Blogger Alejandro dijo...

El viaje al otro mundo da cierta tristeza en los hombres; de todas formas, me pregunto si acaso debiera sentirse eso. Con lo que pasa en esta Tierra, muchos devieran aducir envidia de aquel sector, lleno de maravillas y descanso. Ya nos tocará a nosotros (que nos esperen por allá).

Buen blog. Saludos.

miércoles, 30 noviembre, 2005  
Blogger Unknown dijo...

....solo decir que es una lástima que se acabe la serie.... me empezaba a considerar un friki de ella.... :) (porqué trilogías para todo?....)

miércoles, 30 noviembre, 2005  
Blogger Telémako dijo...

Esa foto me recuerda al "Hombre invisible" de Dalí. ¿Te he contado que mi novia prefiere a Miró antes que a Dalí? Dice que Dalí era solo un buen dibujante... pst... y aún encima hoy no me llamará...

miércoles, 30 noviembre, 2005  
Blogger Pow dijo...

¿Este es un chico malo? Parece un chico normal, un espectador desencantado por una obra teatral aburrida. Nada más.

miércoles, 30 noviembre, 2005  
Blogger Miss Kubelik dijo...

*Ice Cream, You Scream, hoy me he levantado de malas pulgas ;)

*Cergaradac, yo no siento ninguna envidia porque lo de las maravillas que nos esperan todavía no es constatable científicamente... ¡Y gracias por la visita!

*Telémako, a mí me soltó el mismo discursito en el Reina Sofía, ains, qué mujer... :p

*Señor Gray, lamento que usted sólo haya visto normalidad y aburrimiento en el relato.

miércoles, 30 noviembre, 2005  
Blogger Miss Kubelik dijo...

*Humilde, me olvidaba de usted...lo siento ;)
Sólo decirle que los chicos malos no se merecían una cuarta entrega ;) y que el tres es un bonito número...

miércoles, 30 noviembre, 2005  
Blogger Iván dijo...

No sé si ha habido una serie de chicas malas...pero debería eh. En cualquier caso, me quedo con ganas de más entregas, aunque sea de chicos malos. ¿Seguro que no habrá más? (Motivos damos de sobra).

jueves, 01 diciembre, 2005  
Blogger Kha dijo...

Yo también voto por más entregas de la saga...Señorita KubeliK,felicite a Potaje que es él el que le dicta sus palabras....me lo confesó hace no mucho tras un largo interrogatorio...

Un besito

D*

jueves, 01 diciembre, 2005  
Blogger Miss Kubelik dijo...

*Sr. Harris, chicos malos era un plural genérico que engloba también la especie "chicas malas".
Además, me pongo muy aburrida con estas cosas...

*David, maldito Sr. Potaje... me está dejando la reputación por los suelos... :(

viernes, 02 diciembre, 2005  

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