Cómo me joden las cosas a medias. Empezar a besarte y parar con los labios sedientos. Empezar a conocerte y dejar que te resbales de entre mis dedos cansados. Empezar a quererte y perder el primer pulso contra las olas de tu orilla. No tengo más razones para pedirte que te quedes esta noche y la siguiente. No tengo sueños que ofrecerte, ni siquiera una cama sin cicatrices. Y sin embargo, vienes, en silencio, a levantar las ruinas de tus pasos para que no pueda olvidar el camino que siguió tu boca en mi cuerpo. Vete... y vuelve de nuevo con las manos cargadas de brisa, con los ojos llenos de memoria. Dime que sólo acabará este miedo, el miedo a dejar de esperarte. Cómo me joden los domingos nublados, los lunes sin lluvia, los balcones cerrados. Una voz arañada de azul me pide el humo de un cigarrillo que no voy a encender. Me sentaré desnuda al borde de la bañera y cerraré los ojos. Quizá me busquen tus brazos, quizá me trague un desagüe.
